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Blog de Victoria Vázquez R.

EL COSECHÓN DE INTELECTUALES


Hace apenas unos días nos despertábamos con la insólita noticia de que 3.400 intelectuales, afines políticamente al PSOE, firmaban un escrito contra el PP, acusándole de crispar innecesariamente la vida política. ¿Qué por qué me parece insólita? Ahí es nada, ¿les parece poca cosa desayunarse con la sorpresa de que contamos nada menos que con 3.400 intelectuales y artistas en nómina? Muchos más -¡dónde va a parar!- que en Florencia, Roma y Venecia juntas en pleno Renacimiento. No sé, pero se me da el barrunto de que la Academia Sueca no nos mira con buenos ojos. De otra manera no se entiende que todos los años nos ningunee pasando de nosotros a la hora de conceder su prestigioso premio. ¿No me digan que les parece normal andando suelto por este país tanto cráneo privilegiado?

En lo de la crispación (¡cuando dejarán de darnos la brasa con el terminacho¡) no entro, por más que resulte extraño que D. Pedro Almodóvar, que acusó de golpista al PP tras la últimas elecciones (a sabiendas de que era falso), se atreva a firmar un escrito de esta naturaleza, o que Dª Almudena Grandes, que no hace mucho mostraba su santa frustración por no poder asesinar a tres informadores diarios, cometa tal incoherencia. La razón es simple. En su fanatismo, ellos no lo ven como tal. Y no lo ven porque están instalados en la idea de que representan el progreso, de que sus ideas van en el sentido de la Historia, de que tras ellos se encuentra lo más sano del país, y de que, por tanto, cuanto pueda salirles al paso, no es más que la reacción o el fascismo más descarnado. Esto es, formas de pensar y sentir que se instalan en la intolerancia y el estalinismo. Curioso, en gente que no para de hablar de tolerancia. Eso en el mejor de los casos, esto es, en el supuesto de que se crean lo que dicen, porque entre tal avalancha de maître a pensée menudean los cínicos cuyo apoyo al progresismo divino no va más allá de seguir manteniendo las bicocas y subvenciones que les pagamos entre todos, incluso aquellos a los que consideran la reencarnación del fascio.

Es precisamente esta dependencia la que debería impedirles autodenominarse, con notorio impudor, intelectuales, porque algunos de ellos saben perfectamente que el término y su significado aparecen asociados a la valiente (y sobre todo, independiente) actitud del escritor Emile Zola al denunciar en vibrante artículo dirigido al periódico L’Aurore los atropellos perpetrados contra el capitán Alfred Dreyfus. Es decir, una forma de actuar y comportarse que no duda en poner en la picota al mismísimo estado francés, cuando de defender la verdad y el buen nombre de un inocente se trata. Desde ese mismo momento, la actuación de los intelectuales dignos de tal nombre habría de quedar vinculada a la a la independencia y a la crítica del Poder. Por esta razón es por lo que causa asombro contemplar cómo 3.400 sedicentes intelectuales se ponen de acuerdo para prestar, como en los viejos tiempos, adhesión inquebrantable al que manda, en una tarea tan sucia como poco edificante de poner literalmente a parir a un partido democrático que cuenta con una importante implantación entre los españoles ¿Significa esto, acaso, que los intelectuales no deban comprometerse en causa alguna? De ninguna de las maneras, pero se habrá de convenir en que su primer compromiso ha de establecerse con la verdad a cuya búsqueda ha de dedicar su vida. Y no parecen que estos sean los derroteros por los que discurren los abajofirmantes que pretenden hacernos tragar la piedra de molino de que el Bien absoluto se encuentra en la izquierda y el Mal absoluto, en la derecha, cometiendo además la impudicia de negar que puedan encontrase intelectuales en un campo político diferente al suyo.

Para concluir, y en relación al número de firmantes he llegado a la conclusión de que hoy por hoy la prensa maneja con una enorme laxitud y alegría la atribución de “intelectuales y artistas” a determinados individuos. Digo esto porque, hechas las pertinentes averiguaciones, resulta que hasta Ramoncín, por mal nombre “El Rey del pollo frito”, figura bajo aquella denominación, lo que parece como un poco excesivo. Ignoro si Los del río o Los Morancos, muñidores solidarios en anteriores campañas informativas por parte de la Junta de Andalucía se encuentran insertos bajo tan devaluada denominación. Pero lo que más me angustia, lo que no me deja dormir, lo que me tiene en un lamento es si estarán ellos. Por favor, háganlo por mí, vayan y miren si están…Andy y Lucas.

Roberto de Saint-Loup

 


2 comentarios

Roberto de Saint-Loup -

Según D. Alfonso para no crispar habría que hablar de temas tan apasionantes como "El cultivo del champiñón en el Magreb", "La incidencia de la filoxera en las cepas de la Provenza",o "Los sexadores de pollos en el sudeste asiático", pongamos por caso.Por lo demás, todo muy previsible:una vez más la palabrita crispar (¿versión académica del buen rollito de nuestra consejera Dª Cándida?), que lo mismo sirve para un roto que para un descosido -en este caso para intentar callar al discrepante-, así como el rancio juramento por Snoopy, prueba palpable de que, en efecto, D. Alfonso no se dedica a la elucubración intelectual.

Alfonso -

Bueno, no se , no se, pero me da en la nariz que la entrada de nuevos redactores en vicvar, está crispando el blog, y eso que yo no soy (lo juro por snoopy) nada intelectual